TESORO
DE LA TUMBA 7 DE MONTE ALBÁN




“El día 9 de enero (1932), se introdujo Juan Valenzuela al interior y no pudo reprimir sus exclamaciones de asombro ante la riqueza de lo que veía, me determiné, a pesar de las dificultades, a descender por el estrecho agujero, ante las regocijadas exclamaciones de los peones. Lo primero que se observaba, con la pobre iluminación de nuestra lámpara de mano, era lo translúcido de las vasijas de tecalli y cristal de roca, brillaban los objetos de oro y plata depositados. Cerca de la puerta se encontraba una lámina con la diadema de oro junto con un cráneo decorado con mosaico de turquesa. Al salir iluminé la tierra de la Tumba, y se veía brillar esta por las perlas, las cuentas de oro, las turquesas, las conchas y huesos que constituían este importante tesoro”.
“Alfonso Caso”